¿Existe la verdad absoluta? ¿debemos
creernos todo lo que nos dicen nuestros profesores y profesoras? ¿aceptan estos
que pongas en duda sus palabras? ¿tenemos la capacidad de poner en duda lo que
nos dicen?
Creo que los profesores son muy
poderosos, y muchos de ellos no son conscientes de ese poder. En los primeros
años de vida escolar, los alumnos y alumnas construyen nuevas estructuras
mentales, aprenden hábitos que les acompañarán para siempre,... y todo esto
esta en manos de la misma figura, el docente.
En la mayoría de los casos
reconocemos a nuestro profesor como un referente, y seguro que si te detienes
por un momento recuerdas el nombre de alguno de tus profesores de la
infancia,... porque para los más peques su profesor o profesora es parte de su
familia, y se le respeta y se le quiere como tal.
En este reflexión no quiero
detenerme en la dificultad que tienen los maestros o las limitaciones que
tienen a nivel burocrático, que sabemos que son muchas, solo creo que debería
de haber un cambio de concepción, el maestro ya no es ese sabio que de todo
sabe, los conocimientos se van ampliando, los avances, las tecnologías,
aumentan el campo de información, por lo que es inalcanzable saber de todo,
pero también nos facilitan el acceso a ella.
Internet es una realidad en el
mundo en el que vivimos, y para las nuevas generaciones no es una novedad, es
algo normalizado en su vida, porque siempre ha estado presente en su vida. La
escuela no debe alejar esta realidad, debe ser consciente de que los alumnos y
alumnas saben encontrar con mucha facilidad respuestas o soluciones solo
haciendo un clic.
Partiendo de eso, son los
profesionales de la educación los que deben enseñar que todo lo que leen o
escuchan no es siempre verdad, y no únicamente me refiero a la fiabilidad o
seguridad de Internet, si no a lo que dice el profesor, o lo que está escrito
en el libro de texto. Hay una frase de José Ortega y Gasset que dice:
“CADA VEZ QUE ENSEÑES, ENSEÑA
TAMBIÉN A DUDAR DE AQUELLO QUE ENSEÑAS”
Esto no significa que tengamos
que vivir en duda constante, hace una inteligente invitación al razonamiento,
porque en este mundo no hay verdades absolutas, cada uno vive en una realidad,
en un contexto específico... y la experiencia y la reflexión de cada uno nos
llevaran a nuestras verdades. Un objetivo real de la escuela debe ser potenciar
el espíritu crítico de sus alumnos, pero para ello la concepción del maestro
que todo lo sabe debe de cambiar.
Y me refiero a que los alumnos
también deben de respetar cuando un profesor o profesora no sabe responder con
exactitud a una pregunta, el conocimiento dentro del aula se debe de construir
entre los alumnos y el profesor, de forma conjunta, convirtiéndose el docente
en un guía y un orientador del aprendizaje. Todos podemos aprender de todos,
aunque existan errores en el camino, porque al final esos errores nos ayudan a
descubrir eso que buscábamos o a encontrar algo nuevo.
Quizá lo crea por la falta de
experiencia, pero como alumna tengo un largo recorrido, y para mi un buen
profesor no es aquel que se sabe el temario de forma exhaustiva, yo prefiero un
profesor que sepa adaptarse, que no se rija por lo que ponga en un libro, sino
por los intereses de los alumnos; que no entienda los errores de estos como
fracasos, sino como trabajo positivo; un profesor que no busque resultados
homogéneos entre sus alumnos, sino que dentro del trabajo en grupo, busque la
individualidad de cada uno.
Todos somos capaces de aprender,
ahora todos deberíamos de ser capaces de razonar y de ser críticos con nuestro
pensamiento.
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